jueves, 10 de diciembre de 2015

Manifestaciones escultóricas.

El panorama escultórico en la península al comenzar el siglo será desolador. La mayoría de los artistas seguirán anclados en viejas recetas y apenas se difunden los avances en escultura que artistas de la vanguardia, como Picasso o Julio González, están alcanzando en París. Las Exposiciones Nacionales serán en parte culpables del escaso desarrollo, al apoyar durante años un arte caduco, sin apenas relación con lo que sucedía en la plástica internacional. “Los Salones de Exposiciones Nacionales se llenaban de auténticos monumentos al mal gusto, de faunos, ninfas, Penélopes y Viriatos. Veníamos bebiendo de las fuentes de la imaginería, de un neoclasicismo ramplón y de un romanticismo prácticamente inexistente”. (Alix 1985: 29) “Fueron la tapadera angélica que ocultaba todas las quiebras del arte español y cerraba el paso a todo posible arrebato creativo dispuesto a saltar, sobre el corpus de nuestro pobre arte” (De Castro 1987:5). Muchos escultores que apostaron por la innovación tuvieron que marchar a París, o en el peor de los casos, dejar su pueblo o ciudad e ir a Barcelona o Madrid, principales centros de desarrollo artístico en la península. Si Madrid, recoge las propuestas más tradicionales apoyándose en la vertiente de Bourdelle, Barcelona, será la que desarrolle el Modernismo y la escultura mediterránea heredera de Maillol. Las escultoras que quieran viajar tendrán el problema más acentuado por los condicionantes sociales. Un pasaporte seguro será estar vinculada familiarmente con un artista, siendo común encontrar escultoras casadas con uno de ellos. Comenzará una nueva etapa para la escultura figurativa, alejada de los cauces puramente académicos. Entre los ejemplos femeninos destacados dentro de la escultura mediterránea está María Pérez-Peix, escultora que firmará con el seudónimo de Telur y Eulalia Fábregas, calificada por algunos críticos como la continuadora de José Clará. La escultura mediterránea va a promover una simplificación y limpieza formal que supone el triunfo de la forma llena y equilibrada, del volumen y del fuerte modelado. Una escultura rústica, terrenal, donde se valora la masa, tomando el desnudo femenino como centro de investigación. Fue Maillol, quien la puso en marcha, en oposición a Rodin. “Las divergencias del siglo XX arrancan de la contraposición entre Maillol y Rodin, base de un tenso diálogo de las formas”. (Hofmann 1960:35). En 1931, tras proclamarse la 2ª República y publicar un manifiesto en La Tierra, se aprecia un realismo próximo al expresionismo centroeuropeo que compromete al artista con la realidad, lo obligan a comunicarse y alejarse de la belleza sin más. Estas características son apreciadas en las esculturas realizadas por Marga Gil Roësset ese año.

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